Carceleros del cerebro

Doce millones de seres, bien aleccionados y espoleados por no se sabe bien qué extraño sortilegio comunicativo (todos jugamos en cuatro???), consideraron que los veintidós tios corriendo en calzoncillos era lo más adecuado para ver en ese momento.
Las teles contentas con sus audiencias y papá estado aún más por tener al personal encefálicamente degollado.
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